jueves, agosto 09, 2012
He visto cosas que no podríais creer
He visto cosas que no podríais creer. Recuerdo el final de "Bladerunner", cuando el replicante Roy Batty sabe que se está muriendo y recuerda las cosas más increíbles que ha visto en su vida y se las cuenta a Harrison Ford…
Yo estuve en Fuengirola en la playa tres días y me siento igual…
He visto tatuajes de todo tipo en gente de todo tipo. Desde un chico Rasta con un cocodrilo Lacoste tatuado en el pecho hasta un gordo cervecero con el hombrecillo bebedor que es el logo de Cruzcampo tatuado en el brazo. Pasando por todo tipo de tatuajes antiguos, caras de mujeres mal hechas hasta los modernos mensajes en chino o japonés que vaya usted a saber qué dicen.
He visto i+d español de la más pura casta: un cerdo entero asándose en la playa. Un grupo enorme de gente, con varios toldos enormes y todo lo que te puedas imaginar para un banquete en la arena.
Me decía Antonio, "mira, han utilizado un motor de lavadora que, a bajas revoluciones, y movido por un grupo electrógeno, hace girar al cerdo lentamente sobre las brasas. Pura ingeniería".
El animal atravesado por una barra que se sujetaba sobre dos caballetes de metal se asaba y todos los no invitados mirábamos incrédulos y un poco envidiosos.
Un cerdo entero como en el final de todos los libros de aventuras de Asteríx.
En la playa de Fuengirola.
También he visto increíbles obras de arquitectura playera, varios toldos enormes de todo tipo pegados unos a otros como si fueran chalets adosados donde familias gigantes comían, bebían, cocinaban, tocaban la guitarra, las palmas y el cajón y antes de irse a casa discutían a gritos, sobre todo las parejas, mientras los niños obesos miraban sorprendidos por las barbaridades que se decían sus padres…
Y he visto campos de golf rodeados de desierto donde en pleno agosto jugaban cuatro o cinco personas. Yo pensaba en los millones de metros cúbicos de agua que deben de hacer falta para regarlos. También en el insistente olor a heces que llegaba a nuestro apartamento proveniente del abono de dicho campo de golf. Nunca tan pocos fastidiaron a tantos. En fin, qué cosas piensa uno, con lo bueno que debe de ser el golf para el turismo…
También he visto a Chiqui, del chiringuito "Bikini Beach" que nos cocinó una suculenta paella. Personaje carismático y encantador a quién le preguntó el jefe el día antes si iba a poder venir a hacernos la paella. Nosotros pensábamos que le preguntaba porque estaba muy ocupado con otras tareas pero luego nos dijo que no, que lo que pasaba era que por las noches tenía que ir a dormir a prisión. Por algunos pecadillos del pasado. Decía: "¡Todavía me acuerdo del mardito perro negro ese oliendo los bultos en la frontera!"
También he visto hordas de gente, achicharrados de calor mirando fijamente el mar, donde curiosamente nadie se estaba bañando.
-"¡Ahí hay una, ahí hay otra!"…
Porque millares de medusas, una plaga producida por el hombre y su contaminación, impedían el baño a todos. Y el hombre se enfadaba contra la naturaleza, encima. Los niños las recogían con sus redecillas y las metían en cubos. Los demás sufríamos el calor con resignación, pensando, imagino, en los que ni siquiera fueron a la playa por la crisis…
Pero no sólo he visto, también he oído: por ejemplo, aquella madre, preocupada con que las medusas picaran a su hija si se bañaba, gritarle a la niña: "Niñaaa, mira que si te bañas las medusas te van a picar en tó el pepe!"
Sorprendente tó!
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