martes, enero 03, 2012

Dublín, los pubs y Bono


Soy un tipo muy viajado, pero nunca había estado en Irlanda. Mi amigo el fotógrafo Nick West me invitó a pasar la Nochevieja y como he tenido un año de mierda me pareció buena idea. Tengo varios amigos irlandeses, me gusta su música y dos de mis películas favoritas, The Quiet Man y The Commitments, son irlandesas. O mejor dicho, sobre Irlanda.

Así que aquí me planté el día 30. Llegué en el avión de Iberia, uno pequeñito de 90 plazas que iba medio vacío y que es un gusto, sobre todo hoy en día donde los aviones son tan grandes y van tan llenos.

Había quedado con mi amigo Nick en un pub a eso de las 4 de la tarde. Llegó tarde, cuando yo ya me había bebido la primera cerveza. En las doce horas siguientes nunca pude ir a casa a dejar la maleta, pues fuimos de pub en pub bebiendo Guiness y whisky sin parar. La verdad es que el ambiente se parecía tanto al de las películas que le pregunté al barman: "¿A qué hora es la pelea?".

Los que habéis visto la pelicula de John Wayne sabéis a qué me refiero.

El tipo me miró extrañado pero le dije que como siempre había una pelea en las películas irlandesas yo como turista no me la quería perder.

La verdad es que la gente es encantadora, me recuerdan mucho a los españoles. Para mí es una curiosa mezcla entre lo inglés y lo español. Ruidosos, bebedores, familiares y divertidos, pero con esas casitas tan divinas, todo tan verde y los coches por la izquierda...

Otra cosa que me llamó mucho la atención es la figura de Bono, el cantante de U2 que vive en las afueras de Dublín, muy cerca de donde me estoy quedando. Los irlandeses están muy orgullosos de él y de su grupo. Lo gracioso es que todos te dicen que lo bueno de Dublín es que no molestan a sus famosos, que Bono puede ir al pub y nadie ni le mirará ni le dirá nada. Pero TODOS hablan de él, "ayer estaba yo en Finnegans y estaba Bono en la mesa de al lado. Nadie lo molestó...".

Luego el taxista habla de Bono, de su mujer, de lo guapa que es, de que no necesita maquillaje, etc... Todos hablan de Bono y hacen como que no lo ven pero en realidad se mueren por verlo y no decirle nada. Me encanta, es como un Dios omnipresente al que reverencian y no molestan. Por supuesto que mi amiga Celeste a quien no veía en quince años y con quien me he reencontrado en este viaje me llevó a ver la casa de Bono, una preciosa mansión que da al mar.

Pero qué gusto da que admiren tan sinceramente a sus artistas, a los que llevan el nombre de Irlanda por el mundo. Y no me extraña que sus artistas sigan viviendo en su país, en vez de tener que huir a Miami o sitios así.

Mañana ya regreso al continente, pero con ganas de volver pronto, ojalá este verano para conocer más este pequeño y gran país...

Besos a todos y feliz año nuevo, ¡va a ser un buen año porque nadie lo cree!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos, me alegro de que te guste Irlanda. Nosotros estamos realmente enganchados a ese país. Dublín es una delicia pero en tu próximo viaje aléjate hacia Galway y visita pueblos auténticos en medio de la nada... Cuando quieras nos tomamos una Guinness y te recomendamos sitios para visitar.
Un beso,
Mónica Taboada

Anónimo dijo...

Querido Carlos,

tiempo sin vernos aunque afortunadamente con el invento este de FBook las distancias se hacen más cortas y los amigos lejanos más presentes, sobretodo aquellos que viajan más que el baúl de la Piquer, como es tu caso.
No se si te llegué a contar que actualmente vivo entre Riaza y La Haya. Me ha hecho gracia tu artículo sobre Irlanda y cómo se comportan con respecto a sus celebridades, la mezcla de admiración y el respeto que les profesan. Casi, casi igual que en España, ¿verdad?
Esto mismo que hoy comentas de Irlanda yo lo he vivido en Londres donde residí hace ya muchos años con Sinead O´Connor y Sir Maurice Joseph Micklewhitey más conocido por Michael Caine. La O´Connor era vecina mía en Notting Hill y la veía a menudo paseando por Portobello Road y aledaños. Todo el mundo sabía quien era y nadie se acercaba a ella para importunarla y si alguien se acercaba para saludarla lo hacía con discreción y máximo respeto. Otro tanto ocurrió el día que coincidí con Michael Caine en una restaurante Italo-Chino de Knightsbridge. Ya más recientemente en La Haya, en la plaza que da entrada al patio del Parlamento hay un pequeño kiosco donde políticos, ciudadanos y turistas se mezclan para degustar un sandwich de arenque crudo o una ración de kibbeling a la hora del almuerzo. Pues ahí estaba yo con mi chica en su descanso del trabajo en una oficina cercana, cuando terminado el refrigerio me dice con toda la naturalidad del mundo que el señor que estaba a nuestro lado era el Primer Ministro de Los Países Bajos. Ahí estaba él apretándose unos arenques cual morsa del ártico como uno más, sin escolta ni boatos y entre un montón de gente. Y cuando uno, que también está viajado, ve estas cosas y luego vuelve a España y observa la falta de respeto y la impertinente familiaridad con que la gente aborda o habla a sus celebridades, ya sean estas artistas, políticos o premios Nobel de investigación en física cuántica, la verdad te dan ganas de bajar la mirada avergonzado de saberte compatriota.
Un abrazo amigo y que sigas tan majete.
Álvaro Alonso