viernes, junio 05, 2009
Despedida sevillana
Se fueron. Con cuatro guitarras, un bolsón lleno de cuerdas, afinadores, cámaras de foto y de vídeo de segunda mano... Sando y Francesco están ya de vuelta en Lubumbashi y la verdad es que los echo de menos. Volví a Sevilla a descansar y a encontrarme conmigo mismo después de tanta convivencia. Descanso en la Alameda donde el otro día por la noche pude escuchar a un cantaor acompañado de un guitarrista y de su perro dálmata que cantaba-ladraba a la vez que su dueño, que ese sí que era un artista. Es lo que tiene Sevilla, los turistas buscan el arte en las salas, pero casi siempre está en la calle y aparece cuando menos te lo esperas.
Terminamos la gira con un concierto divino en Madrid. Los tres en el escenario, ellos cantando y contando su experiencia y yo traduciendo. Al final cuando empezaron a dar las gracias por este viaje suyo me emocioné y me puse a llorar como un niño en el escenario, ¡menudo corte!
En fin, que aquí entre tapa y tapa me recupero, me reconstruyo y me preparo para terminar mi segundo álbum, que no veáis el respeto que me impone, pues ¡hace cinco años que grabé el disco anterior!
Y me acuerdo de cuando les preguntaron a los chicos qué ciudad les había gustado más de todas las que habían visto en la gira: "¡Sevilla!"
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